A medida que el diseño urbanístico muta, no sólo en nuevas construcciones sino en el abandono en la reparación de las viejas, lo que menos se tiene en cuenta son los riesgos contra incendio, el enemigo invisible.
Nadie lo tiene en cuenta, pero el riesgo aumenta con la tecnología, nuevos dispositivos conectados, o más de los mismos, como cantidad de computadoras, televisores, electrodomésticos, aire acondicionado, calefactores, producen una sobrecarga de las líneas.
Es usual encontrar que enchufes o apliques en la pared para enchufes no están en óptimas condiciones, muestran señales de quemaduras, se aflojan, están cerca del agua, un sin número de aspectos que pasan desapercibidos o no se les da la suficiente atención.
A su vez, los cables, sobre todos los de las computadoras no se han tenido en cuenta para la distribución del hogar común, o para departamento o casas antiguas, no preparadas para el nuevo integrante. Suele resolverse con cables tirados en el piso, sobre madera, alfombra, o cerca de muebles, todos con riesgo de inflamación.
En la realidad de cada hogar hay una probabilidad de incendio para el que nadie presta atención y ni siquiera cuenta con un procedimiento en caso de que se produzca.
La protección empieza por prestar atención a la situación real de la disposición de riesgos en la casa y tomar alguna determinación, en caso de incendio.
Un detector de humo es un dispositivo mínimo que puede significar la distancia entre lo fatal y el susto.
Un rociador automático, prevendrá del típico caso de cortocircuitos por mal estado de dispositivos.
En algunos países de Europa, ya es legislación estos dos sistemas, como mínimo.
En argentina el matafuego, en cada piso, una legislación que mayormente se cumple, pero en una breve encuesta reciente, se consultó quién sabe usarlos en cada piso, la respuesta fue abrumadora, sólo un 5% dijo saber qué hacer en caso de incendio, de ese 5 %, el 1.8 % indicó que usaría el matafuegos que está en el pasillo.
Los datos son preocupantes. La mayoría de los ciudadanos no hay hecho jamás una revisión eléctrica en su casa, y tampoco toma conciencia de que debe hacerlo.
A su vez, la recarga que producen apagones, aumentan el riesgo, el uso de velas y calentadores a leña o carbón, un riesgo mayor.
La mayoría de los hogares en las grandes ciudades son de construcciones viejas, que no están protegidas con los usuales métodos en estructura de materiales, sistemas de evacuación de humo eficaces, elementos de cortafuegos, por lo que hay que recurrir a métodos paliativo, los que son mejores que nada.
Entre las mejoras que se pueden iniciar como acciones, la información de los inquilinos sobre qué hacer en caso de incendio, debería estar primero. La mayoría, como única orientación, reconoce que el uso de la escalera es el recomendado, pero no hay ninguna orientación sobre las diferentes situaciones, como por ejemplo, qué se hace cuando el incendio ya tomó la escalera.
Es poco conocido cómo funciona el extintor o tan siquiera en dónde se encuentra, ya que muchos edificios lo tienen en el pasillo, pero otros, por una cuestión de comodidad o estética, lo mantiene fuera de la vista de los usuarios, que no están consientes que deben conocer su ubicación.
La mayoría de los incendios, avanzan por ignorancia de los que lo padecen.
La mejor política, por ahora, es informarse qué hacer en caso que se produzca un incendio, en cada caso, si comienza en la cocina, en una habitación, en un departamento vecino, en un piso arriba o en otro abajo, si se está rodeado, etc.
Luego de la orientación y el conocimiento, deberían los inquilinos exigir los métodos usuales, extintor, detector de humo, rociadores automáticos, protección estructural, señalización y capacitación suficiente de los inquilinos para comprenderla, luces emergentes, y sobre todo, un buen plan de evacuación que tenga en cuenta cada uno de los casos posibles, tal como se hace en otros países, escaleras de emergencia, que son de total ausencia en nuestro país.